Un diminuto paisaje en la cocina.


Por Aymara Lorente





Hemos regresado varias veces a la Quinta Avenida en la parte Este de Central Park, particularmente a la zona donde se encuentran muchos vendedores de libros, discos, souvernirs, y también caricaturistas y pintores. Siempre vamos buscando a un viejo artista italiano, después de aquel único encuentro, que forma parte de los recuerdos de la última primavera en New York.  Ya va a hacer prácticamente un año que le compramos una obra, un tranquilo paisaje que nos atrapó, y el cual mandamos a montar, unos días después, en un marco que costó, como todo ese tipo de cosa en New York City,  “an arm and a leg”.  Pero bien valió la pena porque el apacible paisaje y el austero cuadro parecían haber sido creados el uno para el otro.   El stand de aquel pintor italiano estaba muy cerca de un  vendedor de buena literatura clásica norteamericana e internacional, y entre otros muchos libros interesantes que vimos, encontramos y escogimos una obra de James Joyce.  El amable vendedor adicionó, como presente, una recreación suya, un pequeño retrato inspirado en alguna foto de ese autor irlandés. 

El nombre del pintor y escultor italiano, autor de nuestro diminuto paisaje, es José Bon Fantino.  Aquel día él nos confesó, mostrándonos sus manos, que ya casi no pinta porque sus dedos han sido deformados por la artritis.  Sobre todo le cuesta un gran esfuerzo el simple hecho de firmar las obras, tiene mucha dificultad para escribir.  Volveremos otra vez a esa área esta primavera, y quizás tengamos la alegría de divisarlo desde lejos entre sus creaciones, y cerca de aquel librero.  Ellos ofrecen una combinación perfecta para pasar un buen tiempo buscando tesoros pintados o escritos, allí junto al vibrante mundo de Central Park.




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