Los que no aman a América

Por Aymara Lorente



En el fondo de mi mente, inconscientemente, desde hace tiempo me preguntaba que tendrán en común todos estos protestantes —que nada tienen que ver con la religión del mismo nombre—, que andan por las calles del mundo vociferando, blasfemando, luciendo sencillamente deprimentes, y fuera de control. Esta mañana vino clara a mi mente la respuesta, al menos para el caso de los que protestan aquí, en los Estados Unidos de América. Sencillamente no les importa para nada este país ni su futuro, no lo aman.

Esos seres que se creen tan súper cool, son vehículos que utilizan fuerzas mayores para canalizar el odio y la envidia hacia este país y los sistemas democráticos en general. Ya todos saben quién es el millonario de origen Húngaro George Soros y las famosas ONG quienes vienen costeando en gran medida la mayoría de los movimientos masivos, nada espontáneos, de protestas organizadas anti todo lo que represente orden y democracia, en cualquier parte del mundo.  Ya no es un secreto que la mayoría de las protestas contra la legalidad y la preservación del orden están integradas por marionetas pagadas. No hace mucho un conocido mío recibió un texto donde le proponían participar en una protesta con la remuneración de $15.00 la hora. Yo estaba presente cuando sucedió.

Hay muchos individuos, pagados o no, que son perfectos para ser arrastrados por esas ridículas y negativas protestas. Como conozco a algunos, he podido agruparlos en tres grandes categorías. Las fuerzas de extrema izquierda están reclutando, fundamentalmente, al resentimiento, la superficialidad, y la ignorancia. En la primera categoría caben muchos elementos insatisfechos, desde la media adolorida, histérica, y parcializada, hasta muchos ciudadanos o residentes americanos nacidos en otros lugares que desde aquí dentro siguen odiando y explotando la benevolencia y generosidad de este país. Gran cantidad de profesores y los estudiantes a quien ellos lavan el cerebro también se suman a este grupo de resentidos. Y como olvidar a las celebrities y los artistas de Hollywood, agrupados bajo mi sección de superficialidad. Todos esos dioses plásticos que viven tan lejos de la realidad de la inmensa mayoría del país, en sus torres de cristal, que han perdido todo contacto con lo que significa ser americano, y lo que es importante para este pueblo. Ellos han escogido la fama, y vivir en sus palacios custodiados. El resto, los normales, queremos tener libertad de movimientos, seguridad y prosperidad para todos los ciudadanos de este país. El último grupo, los ignorantes, son los más inocentes, no saben ni por donde sale el sol, ni se molestan en investigarlo. Ellos son arrastrados por los demonios de la amargura, que son los patéticos resentidos, y por los atractivos superficiales. Los no pensantes quieren ser parte de lo que está en fashion, del trend, y se mezclan y funden con lo peor de lo peor.

Que gran alivio seria si, en estos momentos en que un nuevo presidente, democráticamente elegido, y su gabinete están tratando de organizarse para sacar a los Estados Unidos de América a flote, la patria que estos malagradecidos ignoran y muchos aborrecen, se largaran todos los inútiles protesters hacia un país ya destruido por esas mismas tendencias que ellos apoyan, donde ya exista un permanente estado de sitio. En esa, su tierra añorada, su paraíso, donde las mujeres no pueden enseñar el cabello, donde asesinan a cristianos, judíos, y musulmanes de otro grupo social.  Sería un verdadero sueño hecho realidad que todos ellos se refugien en países, otrora envidiables, donde ahora violan a las mujeres occidentales porque la ceguera y la indolencia de sus mandatarios así lo han permitido. Que se vayan a esos hermosos y gloriosos países ahora ultrajados por sus propios gobiernos, hasta sumirlos en un estado de emergencia que nunca tiene fin. En esa basura de mundo es en lo que estos protestantes quieren convertir a los Estados Unidos de América, reducirlo a ese bochorno, a ese infierno a través de sus gritos e intimidaciones de perfectos bullies. de tal manera que todos tendríamos que vivir detrás de altos muros custodiados por guardaespaldas armados, así como viven hoy los superficiales de la elite, los dioses plásticos. Todos esos grupos desprecian el resultado de unas elecciones donde sus ideas no prevalecieron. Esos, ellos mismos, los que no aman a América. 



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