Desde el Jardín

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Por Aymara Lorente

Después de muchos años, volví a ver  la película norteamericana Being There (1979) dirigida por Hal Ashby, y protagonizada por el actor británico de origen hebreo Peter Sellers.  La cinta está basada en la novela del mismo título de Jerzy Kosinski, quien también escribió el guión en colaboración con Robert C. Jones.  En España la cinta se presentó con el título de Bienvenido Mr. Chance, y en la América hispana como Desde el Jardín. Confieso que sentía cierto temor de que mis buenos recuerdos de la película no coincidieran con mi apreciación actual de la misma.  Uno está consciente de las transformaciones lógicas que sufren nuestros gustos con el paso del tiempo.  Sin embargo, para mi sorpresa, no me defraudó en lo más mínimo, por el contrario, creo que la pude apreciar en una mayor dimensión.

Pienso que, aunque se trata de una comedia/drama, cada toma de esta película inspira a la meditación, y a que arribemos a nuestras propias conjeturas.  La falta de emoción de Chance, el personaje principal, y su desconocimiento del mundo real nos conducen a analizarlo todo a través de nuestra propia óptica.  Y esto se desprende del hecho de que los sucesos se exponen con frialdad, desde un punto de vista sumamente simple, rayando en el absurdo, que es al fin y al cabo la idiosincrasia misma de ese hombre.  A través de los cambios externos en la vida del jardinero, y de cada imagen aparentemente ilógica de la historia, el espectador puede extraer su propia conclusión, como mismo lo hacen el resto de los personajes de la película, quienes son impresionados por su presencia parsimoniosa e inexpresiva, que ellos consideran nacida de una profunda sabiduría.  Por ese motivo son hechizados por las pocas palabras emitidas por el jardinero desde su perspectiva de courtyard.    Los que le rodean  atribuyen y agradecen sus revelaciones a Chance, cuando en realidad todo ha sido elaborado y logrado por ellos mismos, extrapolando desde sus propios conceptos el  significado de cada una de sus dignas y silenciosas poses, y  otorgando transcendencia a todas sus escuetas frases.  El jardinero, insospechadamente, ha inspirado a los que los rodean a resolver sus asuntos partiendo de sus situaciones particulares, desde la dimensión de sus propios dilemas.  De esta manera Chance, con su frialdad y robotismo, se convierte en un espejo en el cual el resto de los personajes y nosotros los espectadores nos miramos, analizamos, encontramos soluciones, y arribamos a un sentimiento de aceptación.  Su extraña simpleza es solo un vehículo, un medio, un personaje más, un desdoblamiento del jardinero.
 
No voy a ofrecer aquí muchos datos de la historia para que los que no han visto la cinta disfruten los detalles.  Y espero que sobre todo se recreen en las actuaciones que considero espectaculares, especialmente las de Peter Sellers en el papel protagónico, y Melvyn Douglas, como el influyente millonario Benjamin Rand.  Esos personajes representan dos polos opuestos, el primero es un hombre sin recursos, y que además no es capaz de darse cuenta de ello, ni de muchas otras cosas porque, por determinadas circunstancias y por sus propias características personales, ha vivido sumergido en una innata inocencia, y aparentemente no es capaz de sufrir por ello al desconocer sus limitaciones.  Como contraste, Rand es un hombre de gran inteligencia y poder,  que ha tenido una existencia rodeada de riquezas, pero paradójicamente se encuentra atravesando un punto dramático de su vida, la proximidad de su propia muerte, y es impactado e inspirado por el jardinero autómata, quien sin saberlo, le ayuda a enfrentar su situación.  Ambas interpretaciones son totalmente geniales.  Pero fue Douglas el que logró el Oscar por su papel secundario.  Ese fue un año de grandes actuaciones y reñida competencia para la catergoria de actor principal, y el Oscar fue otorgado a Dustin Hoffman por su papel en Kramer vs. Kramer, otra joya del cine norteamericano.  Por su parte la actuación de Shirley MacLaine en Being there, como esposa del moribundo financiero, es sumamente refrescante, mostrando una vez más su sensibilidad y carisma.  Algunos críticos consideran que su personaje podría haber sido tratado de una manera más sutil y sugerente, al estilo de la línea que se trazó con Rand, cosa que no depende de la actriz sino del giro que se le da en la historia a su personaje, particularmente en la forma que trata de establecer una relación intima con Chance.   Y siguiendo con el tema de los pocos puntos débiles de esta película, hay otro detalle que me pareció particularmente incoherente, se trata de la presentación de un conflicto secundario en la relación privada del personaje del presidente con su esposa.  Fue lo único que a mi juicio no tenía una comunicación orgánica con el resto del film; yo trataba de buscar una conexión, de encontrarle un sentido, pero es algo que simplemente se sale del estilo y el contexto de esta obra cinematográfica, en mi opinión casi perfecta.  Y es al director, por supuesto, al que le concedo gran crédito por guiar a los actores en sus específicos papeles, respetando y destacando los detalles de la extraña y fascinante historia.

 Aunque no he leído el libro, solamente a través de la película puedo darme cuenta que Jerzy Kosinski logró crear un personaje que, según mi punto de vista, se le ha escapado de las manos e ido mucho más allá del objetivo de su propia pluma.  Las imagines finales son calladamente  sobrecogedoras en su sutil extrañeza, entre otras cosas por una conexión  que inevitablemente establecemos con un hecho, un milagro que el hombre ha admirado y venerado por siglos.  Esta película es una muestra de cómo el verdadero arte y también muchos eventos de la vida sobrepasan los límites de su concepción y propósito original.



Comments

  1. No conocía de la historia pero me has animado a verla, tu análisis logra despertar el interés por descubrir el mensaje que tu has encontrado. Muy buen artículo.

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