Por Aymara Lorente
Todos
suponen es hora de ir a una nube, debo acallar, adormilar el día. Tantas imágenes espaciales incoherentes se mezclan con los recuerdos afables retenidos,
a salvo, detrás de estas frágiles paredes. Es la contradicción de dos mundos, nuestra
lucha ingenua por librarnos de tanta inútil y fatal bravuconería. Hoy son los separatistas pro idiotismo, mañana
algún otro alucinado que cree ser eterno, uno más entre tantos poseídos.
Trataré
de cerrar los ojos, subir a la nube, y desprenderme del fuego infernal. Estoy pensando, pretendiendo, que solo quedan
apacibles cenizas, allí donde todos lloran por sus ángeles, sobre los cadáveres
inútiles de cada día. Veremos que pasará
al amanecer, para aquellos que logremos verlo encerrados en nuestros mundos efímeros
y cálidos. Estaremos entonces aparentemente
lejos del alarido, pero nunca totalmente ajenos porque el dolor sube y baja, se
dispersa, y vuelve a subir, hasta llegar a tocar el cielo.
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